Crisis Febriles

Las crisis febriles son la forma más frecuente de crisis convulsiva en la infancia. Se asocian a temperatura de 38 o más °C.

La crisis febril puede clasificarse como simple cuando es generalizada, tónico-clónica, con duración menor a 15 minutos, no recidiva en un período de 24 horas y se asocia a fiebre.

Se denomina Crisis Febril Compleja cuando la duración es mayor a 15 minutos, focal o se repite en un período de 24 horas.

Entre el 2-5% de los pacientes menores de 5 años que no tienen enfermedad neurológica presentan al menos una crisis febril. Entre los pacientes que presentan crisis febriles el 2-7% desarrollará más adelante epilepsia.

Se han reconocido factores que aumentan el riesgo de recidiva de las crisis febriles, entre ellos se puede mencionar la edad menor a 1 año, duración de la fiebre menor a 24 horas, crisis con fiebre de entre 38-39 °C, antecedente familiar de epilepsia, entre otros.

A continuación podrás revisar el tema de manera amplia mediante esta presentación con conceptos actuales acerca del tema.

La crisis febril es un motivo de alerta y nerviosismo para los padres. El tratamiento debe ir dirigido no sólo a la crisis sino también a solventar la causa que desencadenó la fiebre. En este contexto las infecciones de vías respiratorias y de piel son de las más frecuentes.

Los estudios de imagen son una herramienta valiosa pero no se recomiendan luego de una única crisis febril simple.

No está indicado el tratamiento anticomicial continuo ni intermitente, ya que está demostrado que no modifica el aparecimiento de epilepsia posteriormente.

Si el paciente no posee condiciones que eleven el riesgo de recidiva no se requerirá tratamiento ni pruebas específicas más que tratar la causa de la fiebre.

La anamnesis debe detallar los antecedentes relativos a cuadros convulsivos previos y enfermedades neurológicas familiares. Las características del episodio crítico determinarán si se trató de una crisis simple o compleja, importante para definir el manejo.

El manejo inicial es estabilizar al paciente y controlar la crisis, luego dependerá de la respuesta del paciente.

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Los antipiréticos disminuyen las molestias pero no reducen el riesgo de recidiva de las crisis febriles.

La deficiencia de hierro puede asociarse a aumento de las crisis febriles, por lo que es adecuado reconocerla y tratarla.

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Bibliografía

  • Kliegman, Stanton, St. Geme, Shor. Tratado de Pediatría de Nelson, 20 Ed. ELSEVIER, 2016.
  • Ruiz-García, Matilde. (2015). Convulsiones febriles. Acta pediátrica de México36(5), 424-427. Recuperado en 22 de diciembre de 2019, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0186-23912015000500424&lng=es&tlng=es.
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